Los textos que Hanna Arendt dedicó al judaísmo, alrededor de
temas como la patria y el nacionalismo, la pertenencia cultural y la cuestión
sobre las personas sin estado, constituyen más una exposición de paradojas que
textos cerrados. Escéptica en lo que se refiere tanto al asimilacionismo como
al sionismo, Arendt aboga por la secularización de la política mientras
desmonta la lógica del estado-nación, ya que para ella la común historia de
exilio y desposesión abre la vía para la unión de judíos y palestinos, de
inmigrantes y apátridas, abriendo el camino al pensamiento judío respecto al concepto
de justicia.
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